Nemia, la formadora de talentos detrás de Garibay y otros campeones
*Este texto fue publicado originalmente bajo el título de "Nemia, ganadora en la maratón de obstáculos de la vida" en la edición de la revista OH! del 14/11/2022
Nemia buscaba un par de zapatos para caminar mejor, y un día el atletismo le dio, aunque suene a propaganda, unos “Manacos” con alas. No fueron un regalo. Los conquistó con cada gota de sudor, con cada tranco y rebelándose, como siempre, contra quien osó decirle que ella no podría.
“Hallé un papelito y leí que se realizaría la prueba pedestre intercolegial Manaco de Oruro y que el premio eran unos zapatos —recuerda la exatleta—. Quería participar y, en mi colegio, el profesor de educación física nos hizo correr una cuadra donde salí cuarta. Me dijo: ‘Sólo tres van a representar al colegio, tú ya no alcanzas’”.
Nemia decidió ir por cuenta propia. Fue a la oficina de inscripciones, a abogar por su causa. No sólo quería competir, necesitaba ganar aquella prueba. Cuenta que habló fuerte y alto e insistió hasta con lágrimas.
“Mi profesor ha escogido a las corredoras en una cuadra, pero yo puedo correr 100 cuadras —le dijo al responsable de registrar a los competidores—. ¡Por favor, inscríbame! Necesito ganarme un zapato, no tengo zapatos. Mi papá me abandonó y mi mamá vende comida, no gana mucho”.
No mentía. Su progenitora, Jacoba Yampara Ramírez, sostenía apenas a sus cuatro hijos. Nemia recuerda que Jacoba no ganaba más de 2 bolivianos al día, es decir, el equivalente a 10 centavos de dólar de ese tiempo. Para asistir al colegio, aquella niña compartía zapatos con la hermana. Ella los usaba en sus clases por la mañana; su hermana, por la tarde.
Objetivo: zapatos
Necesitaba los zapatos y vislumbró la primera posibilidad de conseguirlos. “Esta chiquita tiene idea de qué es resistencia y qué es velocidad, que compita”, comentó el responsable de la Asociación Atlética encargado de inscribir a los maratonistas. Nemia Coca Yampara fue inscrita entonces por primera vez en una competencia y recibió todo lo que ese día quería: el pedazo de tela con el número 801 que debía pegarse a la espalda la jornada de la competencia.
Sin duda, Nemia tenía, sobre todo, idea cabal de lo que significa resistencia. Y aquella media mañana recibió la primera ovación de su vida. Probablemente, fue la mayor ovación del día que cualquiera del resto de los participantes pudo recibir. Una jovencita muy delgada, de 1,50 metros de altura, ganaba en la categoría damas y resultaba segunda en la general, tan sólo detrás del ganador de los varones. Sorpresa generalizada, había recorrido casi 8 kilómetros a ritmo sostenido dejando atrás a cientos de competidores de todos los colegios orureños.
Cosa del destino, esa maratón fue su fiesta de 15 años, los cumplía justo ese 24 de octubre de 1981. Por eso recuerda la fecha con absoluta precisión. Pero también recuerda que había leído mal la oferta de los premios que anunciaba la convocatoria. Cuando subió al podio y recibió el trofeo y la medalla del caso, se enteró de que no sólo ganó los soñados zapatos.
“Me dieron una maleta bonita, Adidas, que se la regalé a mi hermano —empieza Nemia el listado—. También gané esos audífonos con grabadora que sólo tenían los millonarios (los Walkman). Había juegos de medias que le di a mi otro hermano. A mi mamá le obsequié el trofeo y la medalla. Para mi colegio había enciclopedias y pelotas de fútbol y básquetbol. Dos pares de buzos y dos pares de zapatillas que dividí entre yo y mi hermana. Y los zapatos, que por fin tenía. Mi mamá estaba feliz. Desde entonces nunca dejé el atletismo, es mi pasión”.
A las pistas
La vida de Nemia Coca tuvo un antes y un después a partir de ese 24 de octubre. Walter Challapa, quien entonces era entrenador y periodista deportivo, y luego se convertiría en destacado fotoperiodista internacional, la invitó a unirse al club Anglo Americano. Fue cuando Nemia conoció por primera vez una pista atlética. Poco después empezó a participar en competencias departamentales y nacionales.
“Walter me llevó a un campeonato nacional de pista —recuerda Nemia—. Participé en 800 metros planos y salí cuarta de seis. También competí en 3.000 metros planos y salí segunda. Sentí que había perdido, pero desde el día siguiente me propuse entrenar como nunca. Sin embargo, Walter decidió irse a los Estados Unidos y entonces tuve que buscarme otro entrenador. Encontré a Christian Nava, quien me ayudó muchas veces, tanto entonces como cuando fue autoridad deportiva. Lamentablemente, falleció hace año y medio”.
Entrenó
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