Informalidad creció en América Latina durante la pandemia

en El Día el 27-06-21 01:53

El venezolano Adrián Valero y su familia están en pie a diario desde las 8 de la mañana para repintar los pasos de cebra en las calles de La Paz. En la oriental Santa Cruz, el boliviano Ronald López sale con un carrito ambulante todos los días para vender mascarillas, alcohol en gel y otros elementos de bioseguridad.

De profesión técnico en electrónica, Valero no ha podido ejercer su oficio desde que llegó a Bolivia hace unos dos años, pero busca la forma de subsistir junto a los suyos al igual que López, quien en el último año ha tenido que recurrir a la venta ambulante.

“Perdí mi trabajo porque por culpa de la pandemia hubo recorte de personal y todo eso me llevó a hacer diferentes cosas. Vendí gelatina de pata, iba a ambular calle por calle, gritaba con fuerza. Mi amigo me dijo ‘pongamos esto’ (el carro ambulante). Él puso el capital, yo puse otras cosas y así”, comentó López a Efe.

El hombre ya lleva alrededor de medio año con la venta ambulante a veces en la zona noreste cerca del Mercado Mutualista, y a veces en el sur de Santa Cruz, la ciudad más poblada y pujante de Bolivia, según como pinten las cosas, pues en el primer sitio “hay más ingresos, en otros lados hay más competencia”.

En el otro extremo del país, en la sede del Gobierno y el Parlamento nacional, Valero y su familia van por las calles del centro histórico paceño para ganarse la vida repintando los pasos de cebra borrados por el tránsito de los vehículos.

El venezolano de 41 años dejó por unos minutos la faena en una esquina en el barrio paceño de San Pedro para contar a Efe sobre la rutina laboral que lleva con sus familiares y que les tiene o...